Para JARDINES, PRIMARIA Y TODO PÚBLICO
LIBERTABLAS estrenó en el Teatro Cervantes en 1998 esta obra que resultó,
a la vez que posiblemente el éxito más
grande de la historia del grupo (en cantidad
de público y en repercusiones de la cr7iacute;tica),
su espectáculo de más corta duración, ya
que en el mismo año que brilló, se
extinguió, luego de realizar una enorme
cantidad de funciones. Es este uno de los
puntos que nos lleva a retomar ese material,
al cumplirse 40 años de la existencia de
nuestro grupo, reescribiéndolo y
rediseñándolo completamente, para
abordar otra vez una de las temáticas
más caras a nuestro imaginario: la manera
en que la ficción, tan compleja como la
realidad misma, puede hundir sus raíces
en esa realidad para modificarla y
transformarla.
Luis Rivera López
La teatralidad y la literatura han marchado juntas en
múltiples ocasiones a lo largo de la historia. Los cuentos
de Las mil y una noches son clara demostración de
ello: plagados de acciones dramáticas, de ilusión
mimética, de caracteres desarrollados en torno a su
obrar y sentir. Es por eso que se han realizado tantas
versiones para la escena y el cine.
Hemos querido en la nuestra, a la vez, resaltar el
caso de Sherezade como paradigma de ‘personaje
heroico’, además femenino, volviéndose artífice de
una manera de enfrentar la ley injusta y alimentando
al mundo con una dosis de sucesos aparentemente
'imposibles', que se hacen necesidad para afrontar
el diario vivir.
Gustavo Manzanal
Proyecto estreno 2018 de LIBERTABLAS a propósito de cumplirse los 40 años del funcionamiento del grupo, “Las mil y una noches” es una muy famosa recopilación de cuentos anónimos de muy diversa procedencia, enmarcados en un ambiente de medio oriente, lejano y misterioso, escritos en lengua árabe, que fue furor en la Europa del siglo XVIII, y que hizo célebres hasta el día de hoy infinidad de historias transformadas (por la gracia de Alá) en clásicos, tanto infantiles como para todo público. Aladino, Simbad, Alí Babá y tantos otros, han seguido curiosamente el mismo derrotero de las narraciones consideradas hoy material dedicado a los niños, que originalmente nunca fueron pensados a ese fin (como Gulliver de Swift o tantos cuentos de Hadas). Su carga de magia, inventiva, intriga y fantasía los hizo ideales para ese público, aunque conservan la capacidad de atracción para todas las edades. Esta versión intenta rescatar la barroca estructura del original, en la que una narración sirve de marco e introducción a otra, y así sucesivamente.
“Cuentos y cuentos, dentro de cuentos, bajo otro cuento se esconde un cuento” dice la canción central. Así, el relato en el que el rey Shariyar condena a muerte a todas las mujeres del reino, pero se encuentra con Sherezade, que lo impide a fuerza de imaginación, contándole mil historias de modo tal que la propia intriga de la trama hace imposible que el oyente cumpla con su objetivo, sirve de marco a otras narraciones de aventura y misterio que, muchas veces, también guardan en su interior nuevos cuentos. “Aladino y la lámpara maravillosa”, “Simbad, el marino” y “El elefante mecánico”, sirven de pretexto para que la ficción, que desarrolla metáforas de la vida y también de las relaciones amorosas y de la forma de ser de las mujeres (que Shariyar ve en forma tan equivocada), sirva de cura y redención al frustrado femicida, que observa finalmente su tremendo error y ofrece su vida a Sherezade. A su vez, todo este cúmulo de cuentos forma parte de un libro que es leído hoy por un desprevenido protagonista, cuya realidad también se ve afectada.
La puesta en escena se basa en esa misma concepción, con la utilización de teatro dentro del teatro, y de técnicas titiriteras que, con el uso de la manipulación a la vista, grafican claramente esa realidad dentro de otra realidad. De esa manera actores manipulan objetos y estos, a su vez, proyectan sombras que, finalmente, sirven de herramientas para ejecutar las relaciones de los personajes y las situaciones que llevan adelante las historias y recorren los sinuosos caminos de los arabescos ornamentales. Esta estética domina también los aspectos plásticos y musicales de la puesta, ambos muy importantes. El diseño de los objetos y vestuarios, que muchas veces incluyen transformaciones o descubrimientos, muestran de qué manera una realidad puede esconder otra o, mejor dicho, cómo la primera vista de las cosas no siempre es la definitiva y profunda.
Esas técnicas titiriteras varían desde el micromundo del pequeño retablo, hasta grúas con genios voladores o el uso de tecnologías novedosas. Pero todas sustentadas en la interpretación actoral como punto de partida.
Una producción de gran volumen y costo, pero nunca superflua o epidérmica. Dedicada centralmente al universo infantil, pero nunca cediendo a una concepción estereotipada y simplista de ese mismo universo.
Elenco
Mónica Felippa: reina de Persia
Julieta
Rivera López: Sherezade, bailarinas,
princesa
Mimí Rodríguez: bailarinas,
cortesanos, soldados, mamá de Aladino
Marina Svartzman: bailarinas, cortesanos, soldados, maga
Mathias Carnaghi:
hombre, Shariyar, rey de Persia, Simbad el
marino, Aladino
Juan Castillo: Abdul,
bailarinas, elefante, amigo de Aladino,
Oma el genio
Diego Ferrari: Abdul,
bailarinas, elefante, amigo de Aladino, Ají
el geniecito
Jorge Sánchez: gran visir,
Gunhar, Simbad el cargador, palanquín.
Diseño de escenografía, títeres y
vestuario:
Alejandro Mateo
Realización de títeres y escenografía:
Taller de Libertablas
(Andrés Manzoco,
Diego Ferrari, Juan Castillo, Alberto
Rivero), Marcelo Fernández, Manuela Mateo
Realización de vestuario:
Mónica Navarro
y “Alfiler de gancho”
Fotografías:
Lucía Rivera López
Diseño de imagen:
Mathias Carnaghi
Prensa:
Varas & Otero comunicación
Coreografía:
Marina Svartzman
Música original y orquestación:
Daniel
García
Asistente de escenario:
Alberto Rivero
Asistente de dirección:
Andrés Manzoco
Puesta en escena y texto:
Luis Rivera
López
Producción:
Libertablas, cooperativa de
trabajo ltda.
Producción ejecutiva general:
Sergio
Rower
Dirección general:
Gustavo Manzanal
y Luis Rivera López
Agradecimientos:
Gabriel Pacheco (voz
de la caverna) y Matías Rower (efectos
y grabación)